«Siempre para mí es un placer regresar a Cuba y tocar para el público de la Isla, que es exigente y sigue los movimientos y trayectoria de los jazzistas, también está ávido de información y repertorio nuevo», dijo el saxofonista Yosvany Terry, radicado hace varias décadas en Estados Unidos, quien cumple en Cuba un programa asociado a la enseñanza artística y la materialización de un concierto incluido dentro del Festival Internacional Jazz Plaza.
De acuerdo con la agencia de noticias Prensa Latina, el músico realizó un recorrido por varias escuelas, entre ellas, la Arístides Soto «Tata Güines», en Mayabeque, y la elemental de arte Eduardo Abela Villarreal, en Artemisa, en las que se ha sentido a gusto al poder transmitir sus experiencias y conocimientos.
Desde hace casi un lustro, explica PL, el también compositor y director de orquesta, imparte talleres junto al proyecto Horns to Havana —organización benéfica pública que recauda fondos en apoyo a la reparación de instrumentos, educación e intercambio cultural— en esos espacios educativos.
Esos cursos, a su juicio, les otorgan a los estudiantes habilidades e inspiración en su camino hacia el nivel profesional: «vamos con el cuarteto, tocamos para ellos, los escuchamos y los separamos por categorías para un trabajo más personalizado».
Nacido en la provincia de Camagüey, Terry considera que la docencia es la forma de regresar a la comunidad todo el aprendizaje acumulado en años y la experticia de sus profesores; por tanto, ese acto «es una responsabilidad; si no lo hacemos emergen lagunas culturales, sociales e históricas».
«El carácter histriónico del arte es algo que los profesores también llevamos al aula. Es algo con lo cual estás relacionado. Aunque enseñes el mismo curso varios años, toma tiempo realmente profundizar en los temas, lo mismo sucede con el proceso de aprendizaje de una obra», explicó.
Terry, quien recibió una nominación a los Premios Grammy en la categoría Mejor Álbum de jazz latino por su disco New Throned King, percibe el resultado del proceso creativo «como algo que debe ser irrepetible» y, en este sentido, advierte cada composición como un desafío.
Quienes asistieron al concierto que el músico ofreció este sábado, en el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, junto a su cuarteto conformado por el pianista Edward Simon; su hermano el bajista Yunior Terry, profesor de la Universidad de Nueva York, y Julian Miltenberger, en la batería, podieron conocer más sobre su trayectoria que comenzó cuando desde pequeño recibió la influencia de su padre, el violinista Eladio Severino Terry González (Pancho Terry), conocido como el Rey del Chekeré.
Desde 2015, Terry forma parte del cuerpo docente de la Universidad de Harvard, como profesor titular y director de conjuntos de jazz en el Departamento de Música.
«La cultura cubana tiene mucho que ver con el jazz, por su capacidad de aceptar todo lo que llega y transformarlo. En el caso del género, no importa quien lo interprete siempre le añade su estética, visión y herencia. Me enorgullecen mis raíces afrocubanas y europeas, ellas me definen», le dijo finalmente a Prensa Latina.