Fiesta, romería, atracciones… todo eso entraña la palabra feria; de modo que muchos de los eventos que animan la vida cultural cubana, lo son. Pero tiene esa voz un sentido especial para los que aquí vivimos, por más que sepamos su significado.
Decir aquí «La Feria» es sentirnos en familia, mochila al hombro, y pasar horas memorables, en las que los libros alcanzan todo protagonismo. Nadie quiere perdérsela, ni los lectores audaces, que buscan y cargan lo que sí leerán; ni los que, carentes de vocación por la lectura, aún no descubren la sabia dulzura de las páginas. Pero todos quieren poner sus pies allí, donde se habla de libros y con los autores, o de ellos, o se distinguen a los más avezados, o el simple olor de un libro nuevo seduce e invita a tenerlo.
La acoge siempre febrero, con los bríos de un año recién comenzado; y se va a ella con la cálida emoción que despierta esa pasión llamada literatura. Se sale de ella –si se le aprovecha– siempre enriquecido. Ese «leer es crecer» es más cierto de lo que se cree. Leer es desechar la ignorancia, proveerse para la vida.
Justo es que alguien se haya preguntado si este año, con el difícil escenario que vive Cuba, fustigada como nunca antes por un bloqueo económico que busca bloquearle también la respiración, hubiera Feria (la del libro, por supuesto). La respuesta es sí, y llega con precedentes tales como el 44 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y la 39 edición del Festival Jazz Plaza, recién concluido.
Demasiados motivos existen para celebrar la Feria, incluso en excepcionales circunstancias. «La Feria se parecerá a estos tiempos», comentó ayer el presidente del Instituto Cubano del Libro, Juan Rodríguez Cabrera, mientras ofrecía pormenores a la prensa. Y se parecerá, lo mismo por su precariedad que por su resistencia. Y citaba a Fidel, mentor de estas convocatorias, y artífice de un pensamiento sabio: «La cultura es lo primero que hay que salvar». No por gusto fundó, pronto hará 65 años, la Imprenta Nacional, entre las primeras encomiendas revolucionarias; no en balde quiso que Cuba supiera del Quijote, defensor de la justicia, valiente frente a molinos.
En pocos días llegará la Feria. No la que se quisiera, sino la que hoy se puede hacer. Pero es, con su frente en alto, nuestra Feria. Grandiosa en su concepción y con alma de estrella.