ANZOÁTEGUI, Venezuela.–Tahimí Yero Illas tiene, en paralelo, dos familias. No es que quiera más a una que a otra, sino que cada una de ellas ocupa en sitio especial en su vida.

Ella, médico general integral con diplomado en Oftalmología, decidió alejarse por un tiempo de su familia en Cuba, para ponerse al servicio de la salud del pueblo venezolano. Sin embargo, a pesar de su juventud, otros fueron los derroteros que le depararía su primera misión internacionalista.

«Cuando llegué, en septiembre de 2020, no tenía experiencia de dirección. Entré en pánico al recibir la noticia de que, luego de un curso intensivo con el Jefe de las Misiones Sociales en el estado de Anzoátegui, me ubicarían al frente de una institución de Salud».

La galena santiaguera asegura que se sintió «temerosa ante esa tarea», completamente distinta a la que pensaba realizar cuando dio el sí en Cuba. No obstante, insiste en que, con la ayuda de sus compañeros y «la voluntad de salir adelante, todo salió bien».

Así fue como llegó al Centro de diagnóstico integral (CDI) Donato Carmona, hoy como coordinadora. Por esa labor ha sido reconocida en dos ocasiones con el Sello de Oro, por ser cuadro destacado.

Las máximas que rigen el día a día de su quehacer son el humanismo y el equilibrio entre el deber y la firmeza. «Dirigir es muy complicado, más aun cuando uno es joven y médico, y tiene que aprender de todo: economía, administración, además de las especialidades con las que contamos en el centro».

Subraya que «hay que ser ejemplo: el primero en llegar, el último en irte, analizar con constancia el comportamiento de los indicadores de salud. Ante todo tienes que ser buen compañero, preocuparte por la salud de cada uno de los colaboradores bajo tu mando, y por su familia que está en Cuba, para lograr, así, unidad en la brigada».

Bien sabe ella que «no se trata de imponer ni obligar, sino de que vean en su coordinadora a una persona integral, que cumpla con los requisitos, para poder seguirla». De ahí que estudie diariamente para guiar y conducir los procesos dentro del CDI.

Cuando llegó al Donato Carmona, no fue sino a través de la disciplina y el ejemplo que se ganó el respeto de los cooperantes más jóvenes, de los mayores, y de quienes tenían experiencia sobrada fuera del patio.

«He crecido como ser humano. Llevo a cabo una tarea que ni yo misma pensé que podría lograr. He tenido que colocarme en el lugar de cada uno de mis trabajadores, pues muchas veces ellos están enfrentándose a su labor, mientras tienen situaciones complejas en Cuba. Tengo que entenderlos, apoyarlos y ayudarlos a que cumplan con la misión para la que vinimos: ofrecer un servicio médico de calidad al pueblo venezolano».

Al término de su tarea internacionalista, Tahimí Yero Illas asegura sentirse «complacida y satisfecha por este crecimiento como profesional, lo cual me ha permitido ayudar a formar a otros líderes».

Lo más difícil durante este periodo ha sido «cuando he tenido que consolar a un colaborador al cual le ha fallecido un familiar. He llorado con ellos, he sentido su dolor como si la pérdida fuera mía».

Esas son sus recetas para mantener la armonía.

Hoy tiene la certeza de que, «si el que llega quiere permanecer aquí, es porque comprende que somos una familia».

Por federico

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