Caracas, Venezuela.–Ver las manos de los niños embarradas de pólvora, saber que su día a día está manchado de sangre, no fue «cosa fácil» para los primeros instructores de arte de la Brigada José Martí que llegaron a la región de Barlovento, en Miranda.
«En 2009, el único transporte que podía entrar a la mayoría de los barrios de ese territorio era el de La Colmenita Bolivariana». Así lo recuerda Joaquín Jorge Tornés, quien hoy es director de la Colmenita Tierra Viva, en Barlovento.
El artista tiene el orgullo y la experiencia de ser colmenero fundador en Cuba y Venezuela. Luego aquí, «los niños aprendieron cómo comportarse en colectivo, comenzaron a tener una dinámica de vida distinta. En cambio, nosotros asimilamos su cultura. No fue un camino fácil, pues íbamos a comunidades de altos niveles delictivos y de violencia. No obstante, los resultados fueron de impacto».
Hoy existen unos 30 núcleos colmeneros en todo el país, que para cada puesta en escena involucran también a las familias, de manera tal que la miel se esparza por el diverso y complejo entramado socio-cultural venezolano.
Tocar el alma llanera y bolivariana, y sembrar ahí la semilla que permita transformar, desde el arte, las comunidades, ha sido la ruta recorrida por la Misión Cultura Corazón Adentro.
Durante 15 años de amistad y tradiciones, el objetivo común de los más de 5 000 cooperantes que han llegado ha esta nación, ha sido enfrentar la colonización cultural, y usar el arte como pretexto para educar.
Aunque el proyecto hermano del creado por Tin Cremata sea el más conocido de los que llevan a cabo los instructores de la Isla, la Misión Cultura es mucho más que eso. Los asesores de cada estado imparten talleres artísticos y de formación de promotores culturales.
Además, han logrado sumar a distintas generaciones a la Patria Cultural, tal como asegura Silvia Gómez, directora nacional de Operaciones de la Fundación Cultura, y coordinadora nacional de las colmenitas bolivarianas. «La relación entre ambos pueblos nos ha llevado a construir juntos la Revolución. Conciencia y humanismo han sido parte de los aportes de este trascendental convenio», remarcó, durante el balance anual de la Misión.
Niños que han superado dificultades cognitivas, que se han sobrepuesto al bullying, que han sanando las cicatrices de un pasado violento son, sin duda, la certeza de que el arte puede cambiar al mundo, y de que los cubanos saben, como nadie, recoger flores de entre las espinas.