Un artículo publicado en la revista Nature, en 1974, por los científicos Sherwood Rowland y Mario Molina, alertó que los gases conocidos como clorofluorocarbonos (CFC), utilizados en la industria de la refrigeración y los aerosoles, podían destruir las moléculas de ozono en la estratosfera.

Ello significaba que la denominada capa de ozono, localizada en la parte superior de la atmósfera, entre los 12 y los 50 kilómetros de altura, estaba expuesta a agotarse de manera progresiva, y dejar de cumplir su vital función de evitar que la radiación ultravioleta emitida por el Sol llegue en altas dosis a la superficie de la Tierra, la cual, al acumularse en el tiempo, ocasionaría daños de alto impacto en la salud del hombre y el medioambiente.

La hipótesis cobró notoriedad internacional cuando, años después, investigadores británicos verificaron en una de sus bases de observación, ubicadas en la Antártida, que los valores de ozono estratosférico eran inferiores a los normales durante el invierno austral, datos corroborados, igualmente, mediante imágenes satelitales.

Dicho hallazgo marcó la aparición, por primera vez, del término Agujero de Ozono sobre la Antártida, y condujo a la firma, en marzo de 1985, del Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono y del Protocolo de Montreal, el 16 de septiembre de 1987, dirigido a la eliminación gradual de las sustancias agotadoras del bien llamado escudo de la vida.

Fue suscrito por los gobiernos de 46 países y estableció compromisos específicos para reducirlas y llegar a erradicarlas, con la introducción de nuevas tecnologías.

Tomando en cuenta su potencial contribución a esa batalla por la salud del planeta, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 16 de septiembre como el Día Internacional para la Protección de la Capa de Ozono.

Hoy el Protocolo de Montreal es considerado el acuerdo mundial más exitoso en materia ambiental, por sus aportes concretos, incluida su contribución a la lucha contra el calentamiento global, porque la mayoría de los compuestos perjudiciales eliminados son potentes gases de efecto invernadero, además de recibir el respaldo casi unánime de la totalidad de los Estados del orbe.

De acuerdo con la última actualización del Panel de Evaluación Científica del Protocolo de Montreal, la capa de ozono va en camino de recuperarse, y se espera que, probablemente para el 2066, alcance de nuevo los niveles de 1980 sobre la Antártida.

CREDENCIALES DE UNA CRUZADA

Signataria del Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal (los ratificó en 1992) y sus posteriores enmiendas, Cuba cumple estrictamente los compromisos contraídos para reducir de forma progresiva el uso de sustancias agotadoras de la capa de ozono (SAO).

El doctor Nelson Espinosa Pena, director de la hoy denominada Unidad Técnica de Ozono (OTOZ), perteneciente al Centro de Gestión de la Información y Desarrollo de la Energía (Cubaenergía), de la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada, detalló que desde 2021 el país entró en la fase final del programa destinado a la eliminación paulatina de los hidroclorofluorocarbonos  (HCFC), gases de amplio uso en la refrigeración doméstica, comercial e industrial y la climatización, los cuales, además de ser dañinos a la capa de ozono, favorecen el aumento de la temperatura media del planeta.

Previsto a concluir en 2030, su implementación demanda la búsqueda de gases refrigerantes alternativos libres de HCFC no dañinos al medioambiente, junto a la introducción y generalización de nuevas tecnologías.

Recalcó que el país logró la completa sustitución del gas refrigerante R-141b, en la producción de las espumas de poliuretano, empleadas en la fabricación de paneles aislantes para la construcción, equipos de refrigeración y envases de medicamentos que requieren mantener una temperatura determinada.

Para ello, aseveró, fue necesario emprender un proceso de reconversión tecnológica en las cinco fábricas dedicadas a ese renglón productivo, y se erradicó el consumo de 121,33 toneladas de R-141b.

Eso representa dejar de emitir a la atmósfera elevadas cantidades de dióxido de carbono, uno de los gases que más contribuye al calentamiento de la Tierra y a la acidificación de los océanos, dijo el doctor Nelson Espinosa.

Las plantas beneficiadas por la inversión fueron la unidad empresarial básica 5, de la Empresa de Refrigeración Caribe, la UEB Laminados Cometal (Lamcomet), la Empresa Productora de Equipos de Refrigeración, la Empresa Industrial Productora de Electrodomésticos (Inpud) y el Centro de Desarrollo Automotriz, del Ministerio de la Industria Sideromecánica.

Otros resultados nacionales prominentes son la eliminación total de los CFC en la refrigeración doméstica y comercial, la sustitución de esos propios compuestos en la fabricación de aerosoles farmacéuticos, y la supresión completa del bromuro de metilo en la fumigación de semilleros de tabaco, cultivos protegidos de hortalizas, flores, plantas ornamentales, viveros de café y en almacenes de la industria molinera.

Según puntualizó el Director de la otoz, se han capacitado en todo el país más de 4 000 técnicos y mecánicos en buenas prácticas de refrigeración, incluidos estudiantes de escuelas tecnológicas, mientras aumenta el número de inspectores de aduana entrenados en el manejo de las regulaciones establecidas en el país para la importación y exportación de SAO.

Asimismo, Cuba es uno de los pocos países en desarrollo que dispone de una planta para destruir sustancias agotadoras de la capa de ozono, de tecnología japonesa, construida en la fábrica de cemento de Siguaney, en la provincia de Sancti Spíritus.

Por federico

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