No dejar morir al Apóstol justo el día de sus cien años fue el deber de aquellos jóvenes —que en 1953 con Fidel al frente—, alumbraron la noche habanera con la primera marcha de las antorchas. Otra vez, con Martí como razón, los pinos nuevos reditarán este 27 de enero esa hermosa tradición que deviene una impresionante manifestación patriótica.
Setenta y un años después nos toca mantener vivas las doctrinas del Maestro y de la generación histórica, afirmó a este diario Ricardo Rodríguez González, electo recientemente presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, quien añadió que la marcha será una muestra inequívoca del respaldo de la juventud a la Revolución.
El dirigente estudiantil convocó a cada martiano de corazón a acudir con el mismo fuego a esta cita para alzar juntos la llama de la dignidad, la libertad y la justicia, desde la Escalinata de la Universidad de La Habana hasta la Fragua Martiana, a 171 años del natalicio del Héroe
Nacional, «esa luz que nunca apagaremos por su necesario aporte en nuestro actuar».
Rodríguez González apuntó que este primer gran homenaje de nuestro pueblo y, en especial, de sus hijos más jóvenes se dedica a los aniversarios 65 del triunfo de la Revolución Cubana y 35 de la creación del Movimiento Juvenil Martiano, así como al 12mo. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, a celebrarse en abril próximo.
«En La Habana y en toda Cuba, así como en las redes sociales, donde hemos convocado a un tuitazo gigante a partir de las seis de la tarde con las etiquetas #MartiVive y #ConElMismoFuego, reafirmaremos que la juventud sigue siendo baluarte de la libertad y el ejército más firme de la Patria», señaló.
Como decía el profesor y combatiente Juan Nuiry Sánchez, participante en la primera marcha de las antorchas, este fue el homenaje del estudiantado, los trabajadores y el pueblo al centenario del natalicio de José Martí, frente a los sombríos e hipócritas actos oficiales de la dictadura de entonces.
«De ese modo, bajo la mirada escrutadora del Alma Máter, miles de cubanos bajaron la escalinata universitaria empuñando antorchas y llevando una enorme bandera que custodiaba el Frente Cívico de Mujeres Martianas. Todos iban hacia la Fragua Martiana, donde cumplió condena José Martí, con solo 17 años».