«Un hijo del pueblo rebelado contra la dictadura de Batista, uno de los grandes jefes de la clandestinidad cubana». Así fue exaltado ayer Gerardo Abreu Fontán, de quien, a 66 años de su desaparición física, se recordó su legado, con la colocación de una ofrenda floral en la tarja ubicada en el Consejo de Ministros.
En presencia de José Amado Guerra, miembro del Buró Político del Partido y secretario del Consejo de Ministros; de los vice primeros ministros Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez e Inés María Chapman Waugh, y de otros dirigentes y trabajadores, Yunet López Ricardo, del Centro Fidel Castro, destacó que Fontán integró las filas de los ortodoxos, y se dio por completo a las batallas contra la tiranía.
En el acto se les entregó el carné de militantes del Partido a tres trabajadores de diferentes sectores sociales, lo que ratifica que la Revolución continuará vital en manos de las nuevas generaciones.
Gerardo Abreu Fontán, rebelado contra todos los males de la época, cargó con el peso de la discriminación por su clase social y por ser negro; en consecuencia, desafió los peligros de aquella Cuba que vivía las atrocidades de los crímenes batistianos, y con solo 25 años dirigió las brigadas juveniles clandestinas del Movimiento 26 de Julio en la capital.
Fontán murió mirando de frente a sus torturadores, sin delatar a uno solo de sus compañeros.