La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advirtieron sobre un aumento en la propagación de enfermedades infantiles que se pueden evitar mediante la vacunación y podría desencadenar un incremento de los brotes epidémicos, especialmente debidos al sarampión.
De acuerdo con ambos organismos internacionales, entre enero y febrero de 2022 se notificaron casi 17 338 casos de sarampión en todo el mundo, frente a los 9 665 de los dos primeros meses de 2021, una enfermedad que al ser muy contagiosa, los casos tienden a aparecer rápidamente cuando los niveles de vacunación disminuyen.
Asimismo, señalaron que el riesgo de que se produzcan grandes brotes ha aumentado debido a que las comunidades han flexibilizado las prácticas de distanciamiento físico y otras medidas preventivas contra la COVID-19 que se habían aplicado durante el punto álgido de la pandemia, además de conflictos internacionales y falta de acceso a recursos básicos como el agua.
Catherine Russell, Directora Ejecutiva de Unicef, precisó que «es alentador que en muchas comunidades la gente empiece a sentirse lo suficientemente protegida de la COVID-19 como para volver a realizar más actividades sociales. Pero hacerlo en lugares donde los niños no están recibiendo la vacunación sistemática genera las condiciones más propicias para la propagación de una enfermedad como el sarampión».
En 2020, 23 millones de niños no recibieron las vacunas infantiles básicas a través de los servicios sanitarios sistemáticos, la cifra más elevada desde 2009, y 3,7 millones más que en 2019, mientras que hasta el 1ro. de abril de 2022 seguían aplazadas 57 campañas contra enfermedades que se pueden evitar con vacunas en 43 países; estas campañas estaban previstas desde el inicio de la pandemia, y afectan a 203 millones de personas, la mayoría de las cuales son niños.
En Cuba, el último caso confirmado por pruebas serológicas se presentó en julio de 1993. La estrategia histórica para la eliminación de la enfermedad a través de la vacuna antisarampionosa se empezó en la isla en 1971 y tiene tres componentes esenciales.
Primero se llevó a cabo una sola campaña de vacunación de alcance nacional destinada a «poner al día» la cobertura de todos los niños de 1 a 14 años, independientemente de sus antecedentes de vacunación o enfermedad, con el fin de aumentar rápidamente la inmunidad poblacional en varias cohortes de edad y reducir la cadena de transmisión, destaca un artículo publicado en la revista Scielo.
En segundo lugar —añade la publicación especializada— se reforzaron los servicios básicos de vacunación y se procuró vacunar a un mínimo de un 95 % de los niños de un año de edad. El logro y mantenimiento de una alta cobertura en niños menores de un año por medio de los servicios básicos de Salud han recibido el nombre de vacunación «de mantenimiento» y por último, se efectuaron campañas periódicas a gran escala, dirigidas a niños de 2 a 6 años de edad con o sin antecedentes de vacunación o enfermedad, a fin de evitar que el número de niños preescolares susceptibles llegue a niveles peligrosos capaces de aumentar el riesgo de un brote de sarampión.